Cuando entramos en periodo electoral, podemos perder la perspectiva para enfocar nuestra mirada hacia lo realmente importante. Y, puestos a pensar en las elecciones de Galicia, hay una interrogante cuya respuesta me tiene ocupado desde hace unos días: ¿qué espera Pedro Sánchez de las elecciones gallegas? Alguien (no yo) diría rápidamente: “Pues que el PSOE gane las elecciones y gobierne en Galicia”. En cambio, yo veo algo muy diferente. Es más, estoy convencido que Sánchez perderá las elecciones en Galicia con una sonrisa en la cara.
Quedan menos de dos semanas para, primero, confirmar que Alfonso Rueda mantendrá la mayoría absoluta de un Alberto Núñez Feijoó que bien podría haberse quedado en su fortín gallego pero que, entendiendo la necesidad de hacer frente a un PSOE desnortado por las ansias de poder de su líder, dio un paso adelante para combatir en Madrid a un Pedro Sánchez que no tiene entres sus prioridades la victoria en en Galicia. Qué va. Poco o nada le importan las autonomías gobernadas por el Partido Popular, a las que menosprecia de manera constante por el simple hecho de no rendirle pleitesía en las urnas.
Según todas las encuestas realizadas hasta el momento, la candidata del BNG, Ana Pontón, se postula como la candidata que va a recibir más votos de entre los partidos de la oposición, seguido muy de lejos por el candidato socialista, José Ramón Gómez Besteiro, que actúa como si ya supiera que su paso por tierras gallegas será fugaz y seguirá en su butacón del Congreso de los Diputados.
¿Cómo de doloroso será el destrozo para el PSOE?
Eso sí, el relato de la más que previsible derrota del PSOE en las elecciones gallegas está aún por decidir. Todo dependerá de cómo de doloroso sea el destrozo para un PSOE que seguramente se conformaría con no perder mucho de los apoyos cosechados en las anteriores elecciones en Galicia. Sánchez tiene experiencia en esto de narrar cómo victorias algunos de los revolcones que los ciudadanos le han dado en las urnas los últimos años, como sucede desde hace un tiempo en regiones tan importantes como la Comunidad de Madrid o Andalucía, donde Juan Espadas está haciendo día tras día un inmenso ridículo para tapar las vergüenzas de su partido (amnistía, pactos con los que quieren romper España, ataques a los jueces…) que ya no pueden ocultar ni sus propios medios de comunicación afines.
Pedro Sánchez está cumpliendo el expediente, va a los mítines, suelta su perorata y se vuelve raudo y veloz a su fortín en La Moncloa para continuar con esta legislatura que aún nos tiene reservados algunos sustos, por no decir otra cosa, para nuestra democracia.
En realidad, al presidente del Gobierno lo único que de verdad le interesa es poder contar el 19 de febrero que continúa amarrado al poder como si de una astilla incrustada en nuestra piel se tratara. Sí, una de las que duelen mucho. De las que se resisten a salir por sí solas, aunque debes sacarla lo antes posible porque hay riesgo de infección.