Una pregunta, sencilla y directa: ¿Hay alguien en España que opine que Pedro Sánchez está liderando la negociación para el próximo Gobierno de nuestro país? En las próximas líneas le voy a explicar cuál es mi opinión al respecto y por qué considero que una negociación sin liderazgo solamente puede calificarse de una manera: imposición.
Una definición básica de liderazgo político debe incluir conceptos como la capacidad de inspirar y movilizar a la opinión pública para respaldar tus decisiones. Y, por supuesto, si hablamos de política, un ingrediente fundamental a la hora de tomar determinadas decisiones que afecten al conjunto de la sociedad es el interés público como eje de cualquier discurso y acción política.
Y, unido al liderazgo, encontramos la necesaria palanca de la negociación como herramienta clave en cualquier estrategia que pretenda resolver desacuerdos y lograr el consenso en la toma de decisiones de cualquier representante público.
Pues bien, ahora le pido trasladar estas ideas a lo que está sucediendo estas últimas semanas con el camino emprendido por Pedro Sánchez para repetir Gobierno a cualquier precio. Y le hago esta pregunta: ¿alguien puede defender que el presidente del Gobierno está buscando el interés público o que sus actos están respaldados por una mayoría de los ciudadanos?
Agarrarse al sillón del poder, caiga quien caiga
Resulta tremendamente complicado defender que dejar la gobernabilidad de España en manos de las exigencias secesionistas de ERC o Junts es pensar en el bien de los ciudadanos. Porque esta pseudo negociación de Sánchez no va de liderazgo, sino de luchar por agarrarse al sillón del poder, caiga quien caiga.
Y uno de los principales damnificados de esta situación es nuestra Constitución, en la que no cabe de ninguna de las maneras un referéndum de independencia para Cataluña impuestos por ERC y Junts a cambio de un apoyo a Sánchez para perpetuarse en La Moncloa.
Y, en el caso de la amnistía, el ridículo de Sánchez ha llegado al límite de escenificar una serie de declaraciones en las que, como no utiliza la palabra amnistía, no permite que le pregunten por el elefante en la habitación, cuando la realidad es que sus propios socios parlamentarios hace semanas que han levantado la liebre y dan por hecho que la amnistía para los independentistas catalanes es ya un hecho innegable e imparable.
La zigzagueante negociación de Sánchez
De hecho, el último esperpento de la zigzagueante negociación de Sánchez es permitir que su socio de Gobierno le adelante por la izquierda y presente una propuesta en la que todo cabe y que deja al poder judicial en un segundo o tercer plano, ya que que permitiría que cualquier acto condenado por un juez que tenga algo que ver con el independentismo se vaya de rositas. Porque esto de retorcer el Estado de derecho no es nuevo para Sánchez, pero ahora parece que estamos subiendo de nivel y ya ni siquiera intentan aparentar lo que no es.
Por cierto, a Sánchez se le pueden criticar muchas cuestiones sobre su falta de liderazgo, pero nunca deberíamos menospreciar su sorprendente habilidad para decir una cosa y hacer justamente la contraria sin que gran parte de sus votantes le den la espalda. De otra forma no se entiende que no recibiera un varapalo mayor en las urnas que le hubiera dejado en la oposición durante los próximos cuatro años.