La impostura del coraje y la falta de virtud de Pedro Sánchez

La impostura del coraje y la falta de virtud de Pedro Sánchez

¿Cuántas veces ha tenido la impresión de que Pedro Sánchez se esfuerza muy poco por validar sus actos posteriores al 23J con un argumentario que, al menos, justifique sus continuos cambios de opinión y el acercamiento a partidos políticos cuyo interés por el bien común de todos los españoles se reduce a la mínima expresión? Yo lo he tenido este pasado fin de semana escuchando sus palabras ante el Comité Federal del PSOE, donde ha intentado sin éxito explicar cuál ha sido su camino desde el rechazo frontal a la amnistía de hace tan solo unos meses hasta llegar al convencimiento de que es lo mejor que le puede pasar a los españoles.

Dos conceptos pueden definir el discurso del presidente del Gobierno en funciones ante los suyos: grandilocuencia en exceso y una palabrería marcada por las continuas excusas como fórmula errónea para buscar una coartada que le permita continuar mintiendo a sus votantes y al conjunto de los ciudadanos. De otra forma no se entiende que, para explicar lo inexplicable, afirmara que el coraje también se manifiesta a veces haciendo de la necesidad virtud.

Porque, desde que Sánchez echó cuentas después del 23J y dio por sentado que necesitaba los votos de Puigdemont y Junqueras, el líder de los socialistas está intentando convencernos a todos los españoles que lo de defender la amnistía no lo hace por él. Que va, todo lo contrario. Lo hace, según él mismo afirmó, en el nombre de España, en el interés de España y en defensa de la convivencia entre españoles.

¡Maldita aritmética parlamentaria!

Y sobre lo de que no haya ni rastro de amnistía en el programa electoral con el que el PSOE se presentó a las pasadas elecciones, Pedro Sánchez casi que vino a culpar a los votantes por no otorgarle la mayoría absoluta. ¡Maldita aritmética parlamentaria! Le ha obligado a incorporar demandas de otros grupos parlamentarios, aunque él no quería. Y, qué casualidad, que haya sido la amnistía. En fin, puede que los acérrimos socialistas “compren” el discurso de Sánchez, pero estoy convencido que una inmensa mayoría de los que votaron al PSOE estarían deseando que hubiera otras elecciones para, con lo que saben ahora, pensarse a quién otorgan su confianza para liderar España los próximos cuatro años.

Esta cruzada a favor de la amnistía tendrá su momento culminante el próximo cuatro de noviembre, cuando los militantes socialistas tendrán que votar si quieren un Gobierno que apoye la amnistía. Porque, aunque la consulta a la militancia realizada por el PSOE no incluye la palabra amnistía por ningún lado, todos sabemos que Sánchez cogerá la hipotética respuesta positiva de las bases socialistas para creerse con el apoyo suficiente para hacer y deshacer a su antojo. Con la amnistía, con los nombramientos en los tribunales y con lo que haga falta.

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