En este artículo me gustaría hablaros de mi mayor pasión: las ventas.

Todo el mundo cree que para ser vendedor únicamente basta con ser una persona extrovertida, ambiciosa, empática y con carisma. Pero no, para ser vendedor no sólo se necesita un “batiburrillo” de características y habilidades comerciales, sino que se debe ser una persona capaz de analizar el mercado para identificar clientes potenciales, se ha de saber de comunicación, tanto verbal como no verbal, se ha de conocer todo el campo de la negociación, se ha de tener nociones de psicología y comportamiento del consumidor, y una larga lista de conocimientos más.

Pero esto no acaba aquí, para ser vendedor debe apasionarte este campo. Tantas veces he oído decir frases del tipo:

¿Eres vendedor? Entonces eres de los que no lee a los clientes la letra pequeña, ¿no?

Yo es que no le abro la puerta a los vendedores.

Uff, ¿vendedor? A veces, os pasáis de pesados para vender un producto, ¿eh?

¿Vendedores? Madre mía, son capaces de vender a su madre por conseguir los objetivos comerciales.

Os suenan, ¿no? Pues imaginaos cómo os sentiríais si os hablasen así de vuestro trabajo y no os apasionara. Acabaríais con la moral por el suelo.

Además, una de las partes más complicada, pero que más me gusta de mi trabajo, es la postventa. Cuando vendes algo a un consumidor y al tiempo le llamas, lo visitas, le escribes un correo…para saber cómo le ha ido con el producto o servicio, si está contento con el resultado, si no se arrepiente de haberte hecho caso y adquirir el producto o servicio, etcétera. Para mí, esta parte de mi trabajo es la que me da fuerzas para encauzar otra venta. Sólo con saber que un cliente ha mejorado su calidad de vida gracias a que yo me crucé en ella, la satisfacción me envuelve.

Satisfacción, esa es la palabra que describe al vendedor. Satisfacción por mejorar la vida de un cliente, satisfacción al lograr la fidelización de este, satisfacción por el reconocimiento de tu jefe y tus compañeros de trabajo al conseguir los objetivos comerciales, satisfacción al pensar que gracias a ti y a tu esfuerzo una empresa está logrando beneficios, satisfacción al conocer a gente a la que alguien ya le ha hablado gratamente de tu labor comercial…

No sabéis el orgullo que sentimos los vendedores al cerrar una venta. No por las comisiones o el salario, sino por lo que he dicho en el párrafo anterior. La ilusión se nos ve en los ojos cuando decimos “madre mía, ni te imaginas la venta que he cerrado hoy”.

El único problema que yo veo respecto a nuestro trabajo es la imagen. Ya os he dicho que aún mucha gente ve a los vendedores como personas pesadas, que les engañan y no les dejarán tranquilos hasta que consigan venderles lo que pretenden. Sin embargo, yo les diría a esas personas que la mayoría de las veces que un vendedor las visita es porque ya han estudiado su perfil y consideran que el producto o servicio que venden es algo que el consumidor necesita o que puede mejorar su calidad de vida.

Espero que todos los que os dediquéis a las ventas y hayáis leído mi artículo os hayáis sentido identificados y, como no, estéis orgullosos de mejorar la vida de vuestros clientes, que es lo que hacemos los vendedores.

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