Muere Margaret Thatcher y las reacciones de los políticos más influyentes a nivel internacional no se hacen esperar. Las redes sociales arden por la sobredosis de comentarios de propios y ajenos, de defensores y detractores. Todos opinan, todos reflexionan y sea cual sea su punto de vista todos coinciden en una cosa: Margaret Thatcher era una líder.
Por eso he creído que era el momento de hablar del liderazgo femenino en la empresa. De la importancia de la mujer y de las cualidades que muchos envidiamos en ellas y que, más allá de machismos, feminismos o tópicos, hacen que una empresa o un departamento con una mujer a la cabeza se diferencie, para bien, gracias a ellas.
Lo primero que se piensa de una mujer líder es que tiene carácter, y creo que es completamente cierto. Ya no por cuestiones genéticas que se le presupongan a una mujer, no todas lo tienen, igual que no todos los hombres somos de una determinada manera. Pero lo cierto es que en el caso del ámbito empresarial la mujer tiene sacar esos “arrestos” que de alguna forma le han obligado a sacar, porque ha tenido que reclamar su sitio en un mundo que era exclusivamente de hombres y que afortunadamente ha dejado de serlo. Las cosas han sido así durante décadas, se les ha llegado a educar y enseñar en que su puesto está en las jerarquías más bajas y por suerte para todos, han descubierto que no es así y han reclamado su lugar.
Necesitamos a las mujeres, y no hablo como hombre sino como empresario. Por sus valores humanos y por sus capacidades, porque aunque reclamemos igualdad de géneros no somos iguales. Y no me malinterpretéis, no lo digo para mal, afortunadamente ellas tienen todo lo necesario para ser el contrapunto que equilibra a los hombres en todos los aspectos de la vida, incluida la vida empresarial.
¿Qué tiene una mujer empresaria que habitualmente no tiene un hombre? Pues más allá de ese esencial carácter del que acabo de hablaros, una mujer tiene algo valiosísimo para la empresa: empatía. Capacidad para ponerse en el lugar del otro, del trabajador a su cargo o del cliente que requiere sus servicios. Y la empatía es ingrediente principal en el éxito empresarial. No es que los hombres no la tengamos, pero solemos necesitar más trabajo para desarrollar esta capacidad que las mujeres. Porque aparte de todo ellas tienen una sensibilidad especial que si saben transmitirla al equipo, les pone de su parte como figura comprensiva en la que depositar su confianza, y todos los que estamos al frente de una empresa o trabajamos en ella somos conscientes de que sin confianza no se puede pretender un buen trabajo.
La mujer suele saber escuchar, no con pasividad, sino como parte activa que absorbe cada pincelada y matiz de la conversación que está presenciando. Sabe leer entre líneas y sacar toda la información que no se dice, pero que sé ve si sabes como mirar.
Saben sobreponerse a las dificultades, son auténticas supervivientes porque hasta ahora la vida las ha obligado a serlo y han sabido aprender a sacar lo mejor de ellas mismas.
Por eso hoy quería recordarnos a todos que las mujeres pisan fuerte en la empresa y que cuando alcanzan el triunfo al frente de sus propósitos, se merecen admiración, reconocimiento y respeto.