La autoestima es la capacidad que tenemos de amarnos y apreciarnos a nosotros mismos, de querernos sin egoísmo. Es aceptarnos como seres humanos con cualidades y defectos que podemos aprovechar a nuestro favor. Está involucrada en aquello que somos capaces de lograr y en la percepción emocional que tenemos de nosotros mismos.
No depende de una sola cosa, se va formando a lo largo de toda nuestra vida. Nuestras experiencias, vivencias, sentimientos, pensamientos y creencias desde que nacemos hasta hoy van formando nuestra personalidad y como parte de ella la imagen que tenemos de nosotros mismos, la autoimagen.
¿Qué tiene que ver esto con el mundo empresarial? Que la autoestima es actitud y la actitud determina la aparición o ausencia de éxito en una empresa. Y además esa aceptación de uno mismo que define la autoestima, es el patrón para afrontar las penas y alegrías que se nos presentan a los empresarios en muchos momentos.
La autoestima influye en la dirección que toma el rumbo empresarial. Si es positiva hace que proyectemos esa misma actitud y que como consecuencia, irradiemos energía positiva cuando nos enfrentarnos a los problemas y trabas, dejando de verlas como amenazas para transformarlas en retos de superación. Una vez traspasado ese reto nuestra autoestima aumenta, y así sucesivamente con cada objetivo, creando un circuito de retroalimentación. Si por el contrario tenemos una actitud negativa, la incertidumbre y desmotivación que aparecen con esa negatividad crearán un círculo vicioso de fracasos y malestar personal del empresario.
Además la autoestima influye en la calidad de las relaciones interpersonales (contigo mismo), intrapersonales (con los demás) y con el entorno que nos rodea. Es decir, nuestra autoestima influye en la forma en que nos relacionamos con nuestros compañeros de trabajo, nuestros superiores, clientes, colaboradores, proveedores, con nuestro público en general. Por lo que una autoestima fraguada en la seguridad y positividad no sólo es determinante para nosotros mismos sino para aquellos con los que establece lazos nuestra empresa.
Si estamos al frente de un equipo humano liderando el rumbo, la forma en que gestionamos las relaciones es una proyección de nuestra autoestima, es la forma en que nos ven los demás, exteriorizando todo lo que somos en nuestro interior y que queremos que los demás vean de nosotros. Aprender a controlar nuestra autoestima es aprender a mostrar lo que nosotros queremos mostrar.
Dicen que “los logros productivos son una consecuencia de salud y autoestima”. Hagamos que lo sean para nuestra vida y nuestro crecimiento empresarial.