
Todos conocemos a algún compañero que siempre se adelanta a los acontecimientos, que sabe ver oportunidades de venta y cazarlas al vuelo, que prevé y “por si acaso” ya tiene todo pensado para situaciones de emergencia. Y que siempre, SIEMPRE, llega a sus objetivos de venta y no sólo eso, los supera.
¿Adivino? ¿Superhéroe? ¿Mago? ¡No!: ¡PROACTIVO!
Puede que ese compañero seas tú mismo (en ese caso, ¡enhorabuena!), pero en caso de que no sea así te desvelo el secreto de esta mágica palabra que hará, entre otras cosas, que tus horas pasen de tediosas a provechosas. Ya que, por suerte, la proactividad se puede entrenar. Esta actitud puede hacer, con la motivación adecuada, que saquemos más partido a nuestro lado comercial
El término proactividad fue acuñado por Víctor Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco que sobrevivió a los campos de concentración nazis. Famoso por su libro “El hombre el busca de sentido”.
La proactividad es una actitud de superación ante las situaciones difíciles o ante las rutinas, que implica tomar la iniciativa y tener el control sobre tus decisiones. TÚ mandas y sólo TÚ consigues los objetivos basándote en tu libertad de decisión para actuar.
En el ámbito comercial el hecho de tomar la iniciativa es fundamental, y cuando digo “tomar la iniciativa” no me refiero de ser insistente, ni de practicar venta agresiva sino de ser consciente de que eres tú el responsable de hacer que las cosas sucedan. Los clientes no van a llover del cielo ni se van a presentar a tu puerta si no te conocen.
Y es que un comercial que practica la proactividad no navega a la deriva, sabe perfectamente cuál es su dirección y es él quien lleva las riendas sobre las decisiones que toma y eso hace que su trabajo no sea nada mecánico sino más bien fluido.
Da igual que sea una visita comercial, que unas horas de Telemarketing.
El comercial proactivo se caracteriza por ser responsable de las metas y objetivos que se propone. Apunta alto y sabe que puede conseguirlo. Porque se conoce y porque tiene confianza en sí mismo.
Por eso toma la iniciativa en todas las reuniones y con sus clientes, por eso ve oportunidades dónde otros no, porque no se deja llevar por la corriente social y se mantiene alerta adelantándose a los movimientos predecibles de los demás.
Esta actitud se cultiva, al final, a base de fuerza de voluntad y de pequeños cambios que hagan que tu trabajo como comercial no se vuelva una rutina a la deriva.
¿Por dónde empezar? Planifica tu jornada laboral el día anterior y no te limites a hacer siempre lo mismo y a la misma hora, cambia de vez en cuando tus hábitos o el orden de tus tareas para ser plenamente consciente de ellas, evitando así la sensación de rutina estricta.
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